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Reflexiones de un misógino

noviembre 30, 2006

Interesante (y realista por sobre todo) texto que extraje de acá

REFLEXIONES DE UN MISÓGINO. PARTE I.

¿Cómo se pretende que las mujeres no sean tratadas como OBJETOS SEXUALES cuando desde prácticamente todos los ámbitos sociales se las intruye y anima para que administren sus relaciones sexuales con los hombres como un valioso BIEN MATERIAL, a cambio del cual pueden (más bien, hasta DEBEN) obtener toda clase de atenciones, obsequios y bienes, tanto tangibles e intangibles? (desde una invitación a cenar hasta una boda).

¿Por qué pretenden hacernos creer los psicólogos de las revistas para mujeres que las relaciones hombre-mujer surgen normalmente de una manera imprevista, espontánea y natural?

No nos engañemos, las mujeres atractivas tienen gran cantidad de «buitres» pululando a su alrededor, contínuamente o de manera cíclica, y cada día nuevos especímenes intentan agregarse al grupo al acecho si surge la oportunidad (ésta sí que puede aparecer de imprevisto, pero no hay que confundirla con el posterior acecho, que según las circunstancias y el «valor» de la presa, puede durar desde unos minutos a varios años, y que en la mayoría de los casos no tiene nada de «espontáneo y natural»).

De manera más o menos sutil se produce en la sombra una lucha feroz por conseguir los favores sexuales de estas mujeres entre los hombres, estando dispuestos incluso a renunciar a sus instintos naturales más básicos (como el que los impulsa a mantener relaciones con todas las mujeres atractivas que puedan, con obvios fundamentos genético-reproductivos), y a comprometerse a mantener una relación monógama, renunciando a parte de su libertad a cambio de asegurarse los favores sexuales de su atractiva pareja, y de paso impidiendo que otros hombres puedan mantener relaciones sexuales con ella.

Luego están las chicas que no destacan físicamente, pero que no están del todo mal, normalmente porque se trata de mujeres todavía jóvenes que tienen los atractivos propios de la juventud (léase una piel tersa y joven, pechos turgentes, muslos y caderas más o menos firmes, cierto halo de inocencia sexual, ya sea cierta o incierta, etc.), las cuales pasarán a ser prácticamente invisibles para los hombres cuando alcancen cierta edad.

Aunque este tipo de chicas no gozan de la misma atención que las anteriores, también tienen un montón de buitres a su alrededor, pero en este caso no con la expectativa de establecer una relación de exclusividad a largo plazo, sino simplemente para ser uno de los que disfrutan de ellas mientras todavía son sexualmente aprovechables, es decir a corto o medio plazo.

Según casos desde el «sólo para una noche» también denominado «de usar y tirar», pasando por un «hasta que aguante la cosa», y terminando con el eufemístico «mientras vaya bien», que puede ser unos meses o un par de años.

Como todo en la vida, todas estas situaciones son relativas, y para un hombre poco agraciado físicamente o con pocas habilidades sociales (o que tenga alguna serie de problemas o complejos reales o imaginarios) una chica mediocre puede «colmar» sus aspiraciones, dado que siente que le va a ser difícil conseguir algo mejor, y entonces está dispuesto a asumir una antinatural relación de exclusividad con una chica que no le llena, porque entiende que conseguir los favores de otra más atractiva no va a ser tarea fácil y aplica el «más vale pájaro en mano que ciento volando».

Además, evidentemente las chicas mediocres a menudo son mucho más cariñosas y complacientes con sus parejas (no sólo en el terreno sexual) tratando así de compensar sus carencias físicas con sus atenciones, buen trato e interés por su chico. Por otra parte es frecuente que recurran al chantaje emocional más o menos encubierto (aunque para desgracia suya hoy en día ya bastantes hombres no están dispuestos a ceder frente a estos elementos de coacción, siendo además precisamente los que suelen disfrutar de mayor número de conquistas amorosas).
También está el ridículo (pero no poco frecuente) caso de las chicas mediocres o directamente de muy escaso atractivo que se creen tan merecedoras (o más incluso) de las atenciones que reciben las chicas más atractivas (obviamente injustas, pero al menos con una lógica causal).

Muchas de estas ilusas comenten este error de apreciación basándose en el razonamiento de que al existir muchos chicos dispuestos a mantener relaciones sexuales con ellas, pueden exigir las mismas atenciones y obsequios que una chica atractiva.

A ver, ya sabemos que si un hombre no dispone de nada mejor, follará con prácticamente cualquier mujer. Incluso aún disponiendo de algo mejor o teniendo una pareja atractiva, muchos aceptarían gustosos relaciones esporádicas sin compromiso con otras mujeres menos atractivas, si al hacerlo no existiera ningún riesgo de perder a su pareja.

En los casos más extremos estas chicas pueden mostrar un carácter caprichoso y voluble. Muchas se engañan a sí mismas y terminan achacando sus fracasos amorosos (que suelen sobrevenir antes o después) a que todos los hombres son unos cerdos o a que ellas han tenido mala suerte al elegir, o a su propio carácter caprichoso, que en muchos casos ellas mismas provocan como válvula de escape, para así disponer de una autoexplicación menos «dolorosa» en caso de ruptura de la relación.

«Es que tengo un carácter difícil…» Sí claro… eso y que eres un cayo.

Estas chicas son un caso difícil, como si uno es sordo porque no quiere escuchar. No se dan cuenta de que las relaciones de las chicas atractivas «normales» (no estamos hablando de una guarra de discoteca con tendencias ninfómanas) tienen una estabilidad en el tiempo mucho mayor.

También son muy típicas e hilarantes en estos casos las declaraciones del tipo «Fui yo la que rompió», cuando el motivo de la ruptura fue por ejemplo una infidelidad o una falta de atención continuada, que a fin de cuentas significa que el hombre ya lo «había dejado a su modo» hacía tiempo, aunque no quisiera renunciar a algunas ventajas que supone tener pareja (en cuanto al sexo, compañía, etc) o no tuviera ganas de pasar el mal trago de cortar y dar explicaciones.

En todos estos ejemplos estoy obviando la opción de PAGAR por el sexo de una manera explícita, porque de otras maneras menos explícitas se «pagan» las relaciones sexuales muy a menudo. Aunque pagar a cambio de sexo es una práctica ampliamente extendida, y hay muchos hombres que se conforman con ella (algunos incluso acogiéndose al argumento de que al final les sale mucho más barato), en el fondo no resulta agradable para la propia autoestima y dignidad del hombre tener acceso a mujeres atractivas y jóvenes a través del método del pago. Para el que no quiera entender esto o pretenda engañarse a si mismo, que piense que por cada relato erótico con prostitutas pagadas, siempre habrá diez en los que la protagonista es la vecinita de al lado, que se la chupa gratis al protagonista. Cuando los hombres cuentan batallitas sobre sus conquistas, no creo que les guste empezar con una frase como «Pues le pagué 50 euros y…»

Resumiendo, la cosa es sencilla, los hombres sabemos que hay mujeres atractivas, las vemos por la calle todos los días, y sabemos que alguien se las folla, o se las follará tarde o temprano (en general más temprano que tarde) y simplemente aspiramos ser uno de los agraciados.

He podido comprobar como hombres bastante agraciados físicamente dedican gran esfuerzo y atención a la lucha por la conquista de hembras. Contrariamente a lo que opina mucha gente, esta lucha no es algo a lo que dedican gran esfuerzo solamente los hombres poco atractivos o mediocres. Quizá algunos hombres poco atractivos lo hagan de una manera desesperada y descarada (lo cual no suele ayudar mucho en su empeño) pero la lucha en la sombra es igualmente desaforada para el resto.